viernes, 1 de octubre de 2010

Contraluz

CONTRALUZ
de Thomas Pynchon

La publicación de una obra de Pynchon, eterno aspirante al Nobel (el temor al más que seguro plantón a la organización del autor parece pesar más que su indiscutible calidad literaria) es siempre motivo de alegría y gozo; más si se trata de un tocho que supera las 1000 páginas, como es el caso.

Contraluz se publicó como "Against the Day" en EE.UU., y tras una mastodóntica traducción (supongo que tan complicada como siempre que se trata de Pynchon), lo editó Tusquets varios meses antes del verano de 2010. Yo lo empecé a leer en inglés, en un ejemplar que compré en Lisboa en las navidades de 2009 o así, devoré casi un cuarto de la historia y lo aparqué durante un tiempo, hasta el punto de que perdí el hilo (o los hilos, que con Pynchon ya se sabe), y decidí esperarme a la versión en castellano para comenzar de nuevo con los Chums of Chance, a lo que dediqué varias horas de mi verano, con gran sufrimiento de mis muñecas, dado el tamaño y el peso del tocho, y con el inestimable apoyo de las anotaciones de la imprescindible pynchonwiki (por mucho que algunas entradas sean rizar el rizo, hasta el punto de que da la impresión de que el propio Pynchon debe partirse de la risa ocultando pistas falsas que propicien interpretaciones creativas).

Me consta que algunas voces han criticado que, en definitiva, Contraluz es otro clásico producto pynchoniano, plagado de personajes y situaciones disparatadas en los márgenes de la historia documentada, rico en hardcore científico y metafísico, y sujeto a interpretaciones demasiado elevadas para el común de los mortales; probablemente así sea, pero en mi modesta -y no cualificada- opinión ahí radica su grandeza. Además, me permito añadir que Pynchon sigue en forma en cuanto a su capacidad de asombrar (y desconcertar) al lector, e incluso ha sublimado su arte de arrancar auténticas carcajadas a golpe de absurdo. Y otra valoración absolutamente subjetiva y -por ende- intrascendente, a mi me ha gustado más que Arcoiris de Gravedad (es más accesible) y que Mason & Dixon (es más animado), por compararlo con sus otros tocho-clásicos. En definitiva, que la lectura de Contraluz permite el acceso a ese nirvana del disfrute reservado a las obras maestras, y que su condición de "otra" obra maestra de Pynchon no resta ni un ápice de placer a la experiencia.

Afortunadamente, Inherent Vice no tardará en ser publicada en castellano, por lo que -con Nobel o sin él- tenemos Pynchon para rato.

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