lunes, 10 de diciembre de 2012

Para Mi Tu Carne

PARA MI TU CARNE
VV.AA.

El colectivo Sevilla Escribe y varios amigos y simpatizantes nos presentan una selección de relatos de temática zombi que, además de demostrar la buena salud del género en nuestras tierras, nos permite disfrutar de nuevas composiciones de algunos de los maestros patrios del género (Carlos Sisí, Alejandro Castroguer o Juan de Dios Garduño), así como descubrir la habilidad de otras plumas con la carne en descomposición.
Ahora bien, decir que se trata de una recopilación de temática zombi es caer en un reduccionismo que no hace justicia en absoluto a la variedad de argumentos y situaciones de la obra: resonancias de un duelo propio del mejor western apocalíptico en el desierto almeriense de la mano de Carlos Sisí; el doblete de Alejandro castroguer, por una lado, compartiendo encierro con un asesino y un puñado de jóvenes disfuncionales en la catedral de Málaga, y, por otro, dándole una magistral vuelta a la historia con la verdad sobre los sucesos de Palomares; Juan de Dios Garduño nos ofrece una localidad privilegiada para asistir a un dilema moral de primer orden desde una azotea; Dico Jack representado por el flow de Manuel Mije, que repite también con algunos pequeños detalles (no por su tamaño menos conmovedores al tiempo que aterradores); la investigadora con Harley, catana y chupa de cuero de Vanessa Benitez, y -a cuatro manos con Alejandro Castroguer- el costumbrismo malagueño teñido de rojo sangre, fotografiado y enviado a Córdoba; el medio rural como escenario del advenimiento de los muertos de Pedro Escudero Zumel -que también se marca todo un thriller de tintes militares en el norte- y Felix Morales Hidalgo, cuya Carmela podría ser hija ilegítima de Berlanga; una doble mirada a la imposibilidad (o las simples dificultades dificultades prácticas) del amor en tiempos de zombis de Francisco Jesús Franco, desde el superviviente solitario hasta el seminarista vengativo; la toma de conciencia de uno de los actores principales del apocalípsis de Virginia Pérez; el sexo con los muertos bailongos de Juande Garduño Cuenca; una sesión doble con Juan Ángel Laguna: el roba-viejas que se mete donde no debe, y los ritos de iniciación en la infancia; el que esté libre de pecado tira la primera piedra, o una relectura moral del alzamiento de los muertos, por obra y arte de Luisfer Romero; y -last but not least- la trampa letal del marinerito cantor de Javier Sosa Garduño.
En definitiva, un cocktail se sangre y otros fluidos corporales propios de la putrefacción de la carne que hará las delicias de los aficionados al género, y que acredita que los muertos vivientes funcionan lo mismo en corto que en largo.

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