domingo, 12 de septiembre de 2010

Imperial Bedrooms

IMPERIAL BEDROOMS
de Bret Easton Ellis


Bret Easton Ellis no me ha defraudado nunca. Ni siquiera con Glamourama, injustamente tratada por todos aquellos que se aproximaron a su obra siguiendo el reguero de sangre de American Psycho. Y mucho menos con las dos obras que ha publicado tras sus años de relax: Lunar Park y -ahora- Imperial Bedrooms.

Una vez más, B.E.E. le pega una vuelta de tuerca a su obra, y se retroalimenta de éxitos pretéritos. En Lunar Park, Pat Bateman salía de las páginas de la ficción y permitía a su padre literario -acosos y acojonos varios mediante- construir algo bastante parecido a una trama, con planteamiento, desarrollo y una especie de desenlace (lo nunca visto en la obra de B.E.E.). En Imperial Bedrooms volvemos a Less Than Zero, cuyos sucesos y personajes se plantean como la crónica real y muy poco distorsionada de un pasado no muy lejano, hábilmente documentados por un autor que tuvo la suerte de estar en el lugar y momento adecuados; y un pasado que vuelve para atormentar a ese autor, otra vez un trasunto del propio B.E.E., metido a guionista de medio pelo, y otra vez también con cierto apoyo en una trama de misterio (y acoso).

Imperial Bedrooms supone muy poco avance -en el fondo y en la forma- respecto de Lunar Park, pero ofrece al lector una nueva perspectiva sobre la obra de Bret Easton Ellis, algo que los fans -como yo- no sólo agradecerán, sino que estarán deseando vuelva a ocurrir con Las Leyes de la Atracción.

Alba Cromm

ALBA CROMM,
de Vicente Luis Mora


Hay que decirlo: la ilustración de la portada -un pegote pseudo-manga- no hace justicia en absoluto a esta novela breve, que podría pasar por el penúltimo producto mercadotécnico para adolescentes, y que -en realidad- esconde una novela que se sirve de muy diversos trucos y meta-trucos para contar una historia muy bien trabada, destrabada y vuelta a trabar en forma de distintas publicaciones y fuentes de texto.

Consideremos que la novela epistolar está tan muertas como la misma correspondencia postal. El equivalente a esa difunta novela epistolar en nuestra actualidad fragmentada de textos breves en revistas, blogs y chats, tiene que ser algo muy parecido a los desvelos de la agente de policía Alba Cromm que nos ofrece Vicente Luis Mora. La novela es, en realidad, un número especial de la revista Upman (¿o es justo alrevés?), que compila material de diversas fuentes (el blog personal de Alba Cromm, entrevistas con partes interesadas en la trama, fragmentos de conversaciones en chats), mezclando el periodismo de sucesos con la confesión anónima, el voayeurismo on line con la publicidad tendenciosa; todo ello para presentarnos las evidencias forenses de una investigación criminal al tiempo que se realiza un borroso retrato robot de la investigadora principal.

Podrá alegarse que su trama resulta un tanto simple (que no lo es), pero lo que es innegable es que las formas de Alba Cromm actualizan la novela -y, en concreto, el tradicional género policiaco- a los usos y costumbres de nuestros días.

Maldito Karma

MALDITO KARMA,
de David Safier.


Me pasa -error de principiante, parece mentira- por fiarme de los textos con comentarios elogiosos que los editores colocan hàbilmente en las contraportadas, y por no reparar en que, al fin y al cabo, ni la identidad de quien realiza dichos comentarios ni el medio en el que los realizan, merecen mucho crédito literario (al menos, desde mis coordenadas de gustos). Y lo mismo pasa con la información relativa al descomunal nùmero de ejemplares vendidos en, es el caso, Alemania.

"Maldito Karma" se promociona desde su contraportada como un prodigio del humor inteligente, pero no hace falta leer mucho para advertir que el humor no destaca por su inteligencia, y que, dejando al margen un par de golpes (sin duda, de suerte), el resto de la obra es digno de la mediocridad propia de cualquier comedia cinematogràfica americana para todos los pùblicos.

Lo que sí tiene, y bastante, este supuesto best seller automático es una constante moralina de garrafón que, a mi personalmente, me resulta muy molesta. La mujer de éxito que vive consagrada a su trabajo acaba pagando caro el abandono en que mantiene a su marido y su hija, hasta que descubre la fuerza liberadora del cariño. Es decir, una patata cuyo pretendido cinismo es tan inofensivo que resulta tan exasperante como inexistente.